Sálvame.

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Los días sin rutina, sin prisas, y con el único propósito de contemplar una puesta de sol mientras la brisa del mar nos peina el alma, como todo lo demasiado bueno, lo breve, se acaba.
La vuelta a casa, el regreso al día a día, nos pide recomponer de nuevo la fuerza para emprender nuestra nueva tarea, la llegada del temido frío. Por cierto, qué agustito cuando nos acurrucamos en casa calentitos en las frías noches de enero...

Mientras esperamos, ¿por qué no?, nos cuidamos. Ahora es más fácil no saltar de la ducha al albornoz, apetece más cuidarnos, y que mejor con ayuda. El culpable de sentirnos mejor es el aloe vera, de Babaria, nos deja la piel, cándida del verano, en un estado de reposo estupendo para volver a acariciarnos.




Por cierto, el mejor remedio para tener una piel estupenda sigue siendo ser feliz.